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Celebración del Día de Andalucía en la Casa de Córdoba en Madrid


El pasado día 26 de febrero, celebramos en la Casa de Córdoba el Día de Andalucía. En el acto pudimos contar con la presencia de D. Vicente Azpitarte, delegado de la Junta de Andalucía en Madrid, y se entregaron los premios a los autores de las obras ganadoras del II certamen de teatro breve convocado por la Casa de Córdoba. Igualmente, se rindió un emotivo homenaje a nuestro socio de honor D. Juan Antonio Muñoz, que ha sido durante muchos años el guitarrista oficial de nuestro "Rincón del Cante". 


Conoce a Cipriano Martínez Rücker (1861-1924)

Parte 7

Por Fernando Horcas


Empezó aquel verano de 1924, y se corrió la voz de que el maestro estaba malo. Sus amigos iban a verlo a su patio de San Basilio, regado, cuando empezaba a refrescar la tarde. Charlaban de música y de músicos

tranquilamente. Otros días estaba en la cama con fiebre. A veces deliraba.


- Tengo que ir ahora mismo al conservatorio. Hay que mandar la documentación al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.


- No, Cipriano. Ya hace más de dos años que pertenecemos al Estado. ¿No te acuerdas? Somos el único Conservatorio Oficial de Andalucía, y fuimos el tercero de España, después de Madrid y Valencia.


- Niño, el Centro Filarmónico.


- Si, papá. No te preocupes. Los directivos no paramos, y el cuadro artístico está en muy buen momento.


- Elena. ¡Elena!...


El día de la Virgen del Carmen, miércoles 16 de julio, fallecía ese gran músico, hombre sencillo y tímido, que tanto hizo por la música y la cultura de Córdoba. Tenía 62 años. Al día siguiente, el jueves 17 de julio, fue el funeral en la iglesia de San Francisco y San Eulogio, muy cerca de la casa de sus amigos los Romero de Torres. En el Compás de San Francisco se amontonaron coronas de flores. El diario La Voz del día siguiente dedica la página 15 entera a una detallada crónica del funeral con orquesta y cantores interpretando una obra de su amigo Gómez Navarro, y un largo detalle de los personajes asistentes. Las tiendas habían cerrado antes de las siete y media de la tarde para asistir todo el mundo al entierro. El cortejo fúnebre discurrió por la calle de la Feria al ritmo de sus propias marchas procesionales desde las ocho y media. Por fin llegó al cementerio de la Salud quedándose mucha gente fuera. Depositaron sus restos en un hoyo sencillo en medio del gran silencio de toda la cultura cordobesa y algunos amigos de fuera que se habían enterado. Muchas de sus alumnas lloriqueaban, otros se sorbían las lágrimas entre pucheros.

Una semana después la banda municipal dio un concierto en el Paseo de la Victoria con obras del maestro. El 29 de agosto, antes de terminar el verano, se celebró una velada necrológica en memoria de Martínez Rücker. La mejor información de quel acto la puedes encontrar en esta nota de prensa de un periódcico del domingo 28 de agosto de 1924.



Don Antonio Jaén en su discurso solicitó que se erigiera un monumento al maestro y amigo, cerca de su casa, en lo que había sido su barrio. En el Camposanto de los Mártires, esos bellos jardines que hay delante de la puerta de entrada del Alcázar, donde ahora están los baños califales.

Al año siguiente, 1925, ya estaba terminado el busto, obra de “El Fenómeno”, aquel escultor montalbeño tan famoso en aquellos años. Por fin se instaló en los Jardines de la Agricultura, cerca de los patos, y allí sigue. Nuevamente se reunieron las autoridades, la familia, los alumnos, algunos de ellos músicos consagrados, y el pueblo de Córdoba.


El recuerdo del músico y de su obra seguía vivo durante años. Continuamente aparecían citas en los periódicos, como este, que puedes leer (con cierto esfuerzo porque el papel está tan viejo que se han perdido letras; pero tu interés las recuperará), donde hace un breve repaso por algunos puntos de su vida y algún texto del propio maestro en su faceta de escritor.


En 1929 el Centro Filarmónico, donde seguía de directivo Cipriano hijo, grabó varios discos de pizarra. Esta carátula no es la original. Lo que nos interesa es el contenido. Junto a la publicación anterior pudiste escuchar el primer corte de esta grabación precisamente. Ahí se lee que el director era José de Pablos.


La tienda cambió el rótulo. Mira un anuncio en un periódico de 1930. La familia, laboriosa como el padre, gozaba de prestigio y reconocimiento, tanto en Córdoba como en el resto de España. Algunos de los hijos promovieron unos programas en Radio Jaén con interpretaciones de su padre por el gran pianista José Cubiles, que años más tarde grabó varios discos con obras para piano de C. M. Rücker. El Conservatorio funcionaba a tope, cambiando de sede más de una vez antes de ocupar el bello palacio renacentista del marqués de la Fuensanta del Valle, donde está ahora en la calle Ángel de Saavedra.


De pronto reventó todo con el golpe franquista y el coronel Cascajo que golpearon brutalmente a la sociedad y a la cultura en Córdoba. En agosto de 1936 fusilaron al director del Centro Filarmónico Aurelio Pérez Cantero. A su hermano Adolfo, buen pianista que no se metía con nadie, lo encarcelaron. Cuando su familia consiguió sacarlo de la cárcel no pudo volver a su oficina de correos, le hicieron la vida imposible. ¡Qué desastre!


Seguro que conoces alguna de las cuidadas partituras de Aurelio. Si has cantado en nuestro coro de la casa de Córdoba recordarás aquella habanera titulada Abre tu reja, que decía:


       Cuando abre mayo sus flores / flores de Córdoba en el vergel

       eres tú la más linda rosa / morena graciosa,

        que se encuentra siempre en él…


Cuando por fin acabó lo más gordo, cada uno se acopló como pudo a la nueva sociedad. El Conservatorio volvió a recordar al maestro. En 1939 se descubrió una lápida en su interior en un acto donde se interpretaron obras suyas. Un breve aleteo en aquella España gris de la posguerra, dispuesta a olvidar los valores más importantes de la cultura. De tal forma que ahora solo es objeto de investigadores y de románticos.


Al Centro Filarmónico se lo comió la obra Sindical de Educación y Descanso (hasta su refundación hacia 1961). El nuevo ayuntamiento encargó al nuevo director que montara un nuevo repertorio para actuaciones en el hospital militar y en actos oficiales a base de marchas, El Novio de la muerte, Los Voluntarios, el himno carlista Oriamendi, el de artillería, los de Alemania, Italia, Portugal. El gran pianista y músico José Cubiles (Cádiz 1894 - Madrid 1971), gran admirador de C. M. Rücker, grabó, como dije, unos discos de vinilo en 1954, que ahora sólo los tiene algún coleccionista caprichoso.


En la Fundación Juan March de Madrid interpretó Gloria Emparán (Irún) el 27 de mayo de 1981 tres mazurkas de C. M. Rücker dentro de un ciclo de piano romántico.


La Orquesta de Plectro de Córdoba, fundada y dirigida desde hace 25 años por Juan Luis González, tiene muchas obras de Martínez Rücker en su repertorio y en sus discos. El CD titulado “Capricho Andaluz” es un monográfico de este autor.


D. Juan Miguel Moreno Calderón, catedrático de piano, ha sido uno de los últimos directores del conservatorio (y después concejal de cultura). Es un gran conocedor de nuestro músico, del que tiene escritos algunos libros y artículos. También lo es de otro gran pianista cordobés, Rafael Orozco, que da nombre hoy a ese Conservatorio Superior de Córdoba.


Otro gran músico cordobés, el catedrático emérito D. Luis Bedmar, es de la opinión de que el Conservatorio debería llamarse Martínez Rücker, fundador y prolífico compositor, frente a Rafael Orozco, que no compuso nada aunque sea más reciente y tocase muy bien.


La polémica está servida, pero no entremos en ella. Tal vez a los 100 años del fallecimiento, sería una fecha apropiada para devolver al fundador lo que se le debe. Ahora volvamos a lo nuestro.


El mes pasado hice mi primer viaje después del confinamiento. Fueron cuatro días de primavera maravillosos en Córdoba. Allí conocí en persona a dos amigos con los que llevaba en contacto varios meses:


Mati, bisnieta de Cipriano Martínez Rücker, me contaba los recuerdos que conserva de su bisabuela, que sobrevivió al músico más de 37 años. Dice que la veía haciendo solitarios (y trampillas para que le salieran bien) con un moñito pequeño. Recuerda el gran piano de cola, una vitrina acristalada con todas las partituras de su abuelo encuadernadas en piel.


El otro es Antonio, un joven músico y musicólogo de Montoro que estudia a nuestro músico. Él me había pasado un interesante libro de Dª Mª Feliciana Árgueda, profesora emérita de la Universidad de Córdoba, sobre vida y obra de Martínez Rücker. Antonio abrió un grupo de Facebook que ahora tiene más de 4.500 amigos, grupo de fans donde se publican muchas cosas interesantes, como los artículos de los periódicos, interpretaciones, portadas de las partituras y todo tipo de noticias.


El viaje también me sirvió para traerme varios ejemplares del libro que nos acaba de publicar la Diputación de Córdoba, del que ya te hablé en el capítulo 4: la zarzuela, inédita hasta ahora, El Peluquero de la Condesa. Es una edición limitada, pero ya hay un libro en la casa de Córdoba. (Enviaré un pdf con todo el contenido para que puedas leer lo que cantan los personajes y otros textos de interés; y hasta la partitura para canto y piano, que es el cuerpo más voluminoso, que me ha llevado muchas horas para copiarlo desde el original manuscrito).



Con esta imagen en nuestro patio doy por terminados estos relatos. Pero la dedicación a la obra de este gran músico cordobés no ha hecho nada más que empezar. ¡Hay tanto que decir todavía! 


Están surgiendo interesantes proyectos culturales de toda índole. Estate atento a la programación de otoño, después de San Rafael.


Espero que te hayas hecho una idea de la valía de este músico y de la sencillez de su carácter.

Recuerda: el viernes 16 de julio hace 98 años de la muerte del Iltmº Sr. D. Cipriano Martínez Rücker, maestro compositor.



Conoce a Cipriano Martínez Rücker (1861-1924)

Parte 6

Por Fernando Horcas


Pues sí. Al primer niño lo llamaron Cipriano. Por si no venían más. Y vaya si vinieron. Otros 11 más, que correteaban por el Campo de los Mártires y por todo el barrio del Alcázar Viejo (lacasaelviejo) jugando, camino de la escuela. Alguna vez cruzaban al otro lado de la Mezquita y miraban con curiosidad la casa en la que nació papá.


-       Mira qué calle tan chiquita hay aquí al lado.


-       Si abro el pañuelo llega de pared a pared.


Ya tenemos a nuestro amigo cargado de fama y de trabajo (más que de dinero). Hacía tiempo que publicaban sus obras en editoriales de Lisboa. Ahora se las pedían de Alemania, Francia e Italia; de Madrid, y más tarde de la misma Córdoba. No se conformaban con reeditar; querían otras nuevas. Eduardo Lucena le enseñaba sus jotas y pasodobles, que no terminaban de gustarle. Él era más romántico, más introvertido.



Mira tú estas hojas que tengo en mis manos. ¿Por dónde habrán pasado para pringarse de esta manera?


La letra en italiano repite machaconamente “Recuerda…, recuerda…”. Una flor solitaria en una tumba, el alma inmortal que vuelve, una voz que gime en la noche. No creo que don Cipriano sufriera depresión. No tenía tiempo para eso. Pero le gustaban esos temas y esas lenguas suaves, francés e italiano. Cuando por fin refrescaba en las noches de primavera y se dormían los niños, se bajaba al auditorio, ponía una sordina de fieltro al piano de cola y se sentaba con papel pautado, lápiz y un poema romántico hasta que Elena se le acercaba cariñosamente.


-       Anda, que es muy tarde. Mañana tienes que trabajar.

Mira sus composiciones de recién casado:

-       Op. 17 - Povero fiore. Mayo 1889

-       Op. 18 - Preghiera della domenica. Marzo 1892

-       Op. 19 - Christus factus. Marzo 1893

-       Op. 20 - Gavota estilo antiguo. Octubre 1893

-       Op. 21 - Marcha Fúnebre. Febrero 1895

-       Op. 22 - Adiós a Boabdil. Abril 1895

-       Op. 23 - Capricho andaluz – bolero. Junio 1895

-       Op. 24 - Ha'Oualem. Septiembre 1895

-       Op. 25 - Mi Córdoba. Octubre 1889

-       Op. 26 - Duerme, madre. Diciembre 1895

-       Op. 27 - Marcha militar para banda. Enero 1896

-       Op. 28 - Vals para tiple. Agosto 1896

-       Op. 29 - Overtura en Do menor. 1896

-       Op. 30 – Bocetos líricos. 1896. Son 4 piezas para piano con versos de su amigo M. Blanco Belmonte

-       Op. 31, 32, 33 y 34 – Mazurka nº 1, 2, 3 y Polka Mazurka, respectivamente. 1897

Podríamos seguir hasta Op. 51 por lo menos, pasando del siglo XIX al XX. En el capítulo 2 pudimos escuchar el Capricho Andaluz, Op.23 (perdón, que puse 27 por error). Pero volvamos a su intenso trabajo, a sus clases, a su actividad diaria. ¿De dónde sacaría tiempo para tanto y serenidad para disfrutar de la música y de sus amigos, músicos, poetas y tanta gente?


Ya te dije que tenía una gran amistad con el violinista Eduardo Lucena y con otros profesores preocupados por aquellas escuelas artísticas del siglo XIX:

     La Escuela Provincial de Bellas Artes (1865-1880) con el padre de Julio Romero de Torres y otros.

-       Recordemos que en 1882 le dan al joven Cipriano la beca para música. Era la primera vez que la Diputación daba estas becas. Otra fue para Mateo Inurria en modelado y vaciado.

-       En esa década de 1880 se inicia la docencia de la música (no iba a ser todo pintura y artes plásticas), y entra la mujer, tanto como alumnas como profesoras.

-       La siguiente década, la de 1890, fue más crítica. Pero no adelantemos acontecimientos. Luego te cuento.


La casa y el auditorio de Cipriano Martínez Rücker en el barrio de San Basilio se convirtió en un centro cultural muy importante. Soirées, tertulias, veladas musicales y poéticas. Otro asiduo era el sacerdote D. Juan Antonio Gómez Navarro,  maestro de capilla y organista de la Catedral, compañero en las clases de música y muy gran amigo.


En los veranos se acercaba a Córdoba, a su casa, Enrique Granados. Allí se intercambiaban sus últimas composiciones, hablaban de las corrientes de moda italianizantes, wagnerianas o beethovenianas, y las interpretaban unos y otros. Un día se presentó con una ópera que estaba preparando, y estrenó en versión piano la ópera Goyescas.


En otros momentos viajaba Pablo Sarasate con su Stradivarius, si no era con los dos que tenía. Eduardo Lucena se volvía loco, se enseñaban sus composiciones mutuas, las interpretaban acompañados por el dueño de la casa y por el reverendo Gómez Navarro. 


Fueron años de gloria, de homenajes, de trabajo. Formaba parte del sexteto que formó Eduardo Lucena en 1886. Los niños se sentaban muy atentos sin hacerse idea de lo que estaban viviendo. Llegaban músicos jóvenes como Bartolomé Pérez Casas, Conrado del Campo y otros, el poeta Clarín, la infanta doña Isabel de Borbón “la Chata”, a la que le dedicó alguna composición que ella interpretaba. Cipriano y Elena también viajaban. Unas veces por homenajes que hacían al músico, otras por invitaciones de instituciones y de amigos. Eran felices, y la familia seguía creciendo. 


Un 24 de abril, el de 1891, Pablo Sarasate dio un concierto genial en el Gran Teatro, que se venía abajo en aplausos. Eduardo Lucena, todavía joven, pero algo delicado, disfrutó más que nadie. Quién le iba a decir que era la última vez que se encontraban los dos grandes violinistas. Eduardo, el gran amigo y compañero de cátedra de Cipriano, se puso peor. A principios de marzo de 1893 falleció con sólo 44 años, dejando viuda e hija en situación precaria. También dejó un gran número de obras, y grupos musicales que quedaron como pollo sin cabeza.


Cipriano tampoco iba muy sobrado de dinero. En la Escuela de Bellas Artes le pagaban poco y tarde. Tenía que buscarse clases particulares. Toda España andaba mal, hasta reventar en aquel 1898 en que para colmo se perdieron las últimas colonias: Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Fue horrible. Pero es que en Córdoba cerró la Escuela de Bellas Artes. ¡Chaf!


Pero nuestro amigo es incansable y no dejó de trabajar, confiado en que sirvieran para algo sus esfuerzos. Alguno de sus hijos ya va creciendo, dispuesto a echar una mano donde hiciera falta. Cambian de siglo y se arman de optimismo. Y de pronto llega el año 1902. Ese año parecía que volvía a verse luz por el horizonte, y había que salir a por ella.


Encuentran un local pequeñito en la Calle Nueva (Claudio Marcelo, 13), y montan la primera tienda de música de Córdoba. Era una sucursal de otra de Sevilla, que vendía pianos y todo tipo de instrumentos y material musical. Los hijos se plantan detrás del mostrador. (En la década de 1960 mis amigos y yo comprábamos allí papel pautado, cuerdas, partituras, etc.) Porque duró más de 60 años.


No se le iba de la cabeza su gran amigo Eduardo Lucena. Pensando en él y después de años de gestiones y esfuerzo ¡por fin abre el Conservatorio de Música de Córdoba! Lo dirige don Cipriano, y dan clases a un montón de alumnos que lo estaban esperando.


Antes de que terminara ese año, un grupo de amigos consiguen refundar su Centro Filarmónico, con distintos nombres hasta que se fijó en el actual “Real Centro Filarmónico de Córdoba Eduardo Lucena”. Ahí estuvieron Cipriano padre e hijo comprometidos desde el primer día, unidos al Centro y trabajando por la música lírica cordobesa. 


Pronto nombran presidentes de honor a Cipriano Martínez Rücker y a Juan Antonio Gómez Navarro. Les duró poco porque antes de dos años renunciaron de este título en favor del rey Alfonso XIII. Escucha, que es interesante.


En los carnavales de 1904 el Centro Filarmónico de Córdoba “Eduardo Lucena” se vino a Madrid a concursar con obras de Lucena, de M. Rücker, Molina león y algún otro. Arrasaron. Eso no eran chirigotas ni tonterías, sino cosa seria, alegre y amena. Actuaron en el palacio de Villahermosa (donde ahora está el Museo Thyssen-Bornemisza). La duquesa, entusiasmada, les regaló una batuta de plata, que tuvieron que enviarles unos días más tarde cuando la terminara el orfebre. Al día siguiente fueron al palacio real a tocar ante Alfonso XIII, que les concedió el título de “Real” Centro Filarmónico… Al Rey lo nombraron Presidente de honor. No se podía empezar mejor. Mira y escucha lo que compuso para ese viaje:


En un fichero aparte (01-Noches de C_rdoba.mp3) puedes escuchar una grabación histórica de disco de pizarra de 1929. Pero si quieres la puedes oír y ver interpretada mucho después en el Teatro Góngora en este enlace https://www.youtube.com/watch?v=T8sci6HY464 hacia el minuto 10 y medio. (No te lo vas a creer, pero a ese concierto, que puedes ver ahí entero con obras que conoces bien, conseguimos entrar de casualidad mi mujer yo. Y a partir de ahí surgieron proyectos como el concierto en el Ateneo de Madrid el 13 de abril de 2013 al que tal vez asististe).


Poco después apareció por allí (por el Centro Filarmónico) un niño simpático y con ganas de aprender de todo. Se llamaba Ramón Medina.


Mucho trabajo, mucha actividad, con algunos quebraderos de cabeza y otros ratos buenos. En 1908 falleció su amigo Pablo Sarasate a la edad de 62 años. En 1916, en plena gran guerra, se fue a Nueva York Enrique Granados a representar la ópera Goyescas. A la vuelta, cuando pasaban por el Canal de la Mancha, bombardearon el barco en que volvía con su esposa. Ella cayó al mar y él se tiró a salvarla. Allí se quedaron los dos. ¡Malditas guerras! En enero 1919 compuso el Himno a la paz. La letra debe ser de un fraile que no he conseguido saber su nombre. A ver si tú me lo dices.

En 1916 su amigo el reverendo Gómez Navarro se retiró a su Lorca natal donde falleció al final de 1923. Por los mismos días, también su amigo Tomás Bretón con casi 73.Aquel curso de 1923 fue muy duro. Don Cipriano cumplía 61 años y ya iban naciendo nietos. ¿Pero qué tenemos los cordobeses, que la envidia nos corroe a veces? Don Cipriano llegó a decir “el Conservatorio me está matando”. Sus hijos trataban de animarlo.

-       Papá, tienes que venir a ver otra tienda que hemos abierto cerca de la primera.

-       Qué grandes sois.

-       Vendemos un montón de pianolas, que ahora se están poniendo de moda. Pero también discos, gramolas y hasta aparatos eléctricos.


Terminó aquel curso de 1924, y el maestro no se encontraba bien. Si él había compuesto hacía muchos años “Duerme, madre”, ahora eran sus hijos y nietos los que le decían a él “descansa”.



Conoce a Cipriano Martínez Rücker (1861-1924)

Parte 5

Por Fernando Horcas


Otra mudanza


Dejamos a Cipriano respirando carbonilla en trenes de Portugal (a Lisboa en tren de lujo yo viajaba…), España, Francia e Italia hasta llegar a Milán. Paisajes áridos alternaban con otros verdes campos que lo llenaban de ilusión.


Después de despedirse de su padre y de su querida madrastra en Portugal pasó por Córdoba. Papeleos, firmas, documentos, el dinero… y los abuelos. En su casa vació un cerro de papeles de música de su baúl y dejó sitio para ropa nueva.


-       Abuela, en este cuarto voy a dejar todos estos papeles. Que no los toque nadie.


-       No, hijo. ¿Quién va a tocar ahí? Le echo la llave y solo entraré a limpiar de cuando en cuando. Cuídate mucho y escríbenos.


Un grupo de amigos fue a la moderna estación de Córdoba a despedirlo. Querían llevarlo a hombros.

-       Llevad mejor el baúl que pesa más. Ja já.


Tenía por delante varios días de viaje por regiones que  nunca había visto hasta ese momento. Iba tomando notas, componiendo alguna cosilla, estudiando italiano y francés. Más tarde aprendería también algo de alemán. Y no olvides que venía de vivir varios años en Portugal.


Por fin Milán al norte de Italia; el conservatorio, que todavía no se llamaba Giuseppe Verdi, pero llevaba 80 años funcionando. Sus profesores, sus alumnos, sus visitantes. Entre unos y otros sonaban nombres como Puccini,  Leoncavallo, Donizetti, Pio Nevi. Sentía que tocaba el cielo. Tenía que aprovechar el tiempo.


Cipriano era tímido y no solía irse de parranda con todos aquellos jóvenes y ragazzas, pero estrechó buenas amistades con muchos otros que lo apreciaban como músico y como persona. Uno de ellos, el director de la Banda de Milán. Otro, el obispo de Plasencia, con el que se encontró por Italia. Cuando volvía de vacaciones camino de Córdoba visitaba con envidia el Conservatorio de Madrid, donde Tomás Bretón daba clases a cientos de muchachos y a señoritas cultas. El gran músico lo animaba a que se quedara con él en Madrid de catedrático en el Conservatorio, o que se fuera a París o a cualquier sitio donde triunfaban muchos músicos españoles. Pero su objetivo estaba en Córdoba. Ni siquiera volvía a la casita de verano de Oporto con sus padres, sino que se encontraba con ellos en Córdoba, donde coincidían en algunos días calurosos.


Ahora, a trabajar. Eduardo Lucena, 13 años mayor que él, lo estaba esperando como agua de mayo. No es que le ofreciera trabajo. Es que juntos iban a hacer todo lo que estuviera en sus manos por la música en Córdoba. 


-       ¿Cómo estás de armonía? – le decía Eduardo a Cipriano -. Es que yo soy más melódico, como buen violinista. Mira que me fui un año al conservatorio de Madrid cuando estaba de catedrático de armonía Hilarión Eslava. ¿Sigue por allí todavía? A mí me dieron clase otros. Pero el que sí me interesaba como maestro era Jesús de Monasterio. ¡Qué gran violinista y maestro! Me apreciaba mucho. Ni me presenté a los exámenes. Lo que me interesaban eran las clases, que las pagué todas. Pero los títulos me traían al fresco.


-       Al que he conocido es a Pablo Sarasate. Hemos tocado juntos algunas de sus composiciones, como el famoso “Zapateado”. ¡Qué monstruo!


-       A ver si algún día te lo traes por aquí a que dé algún concierto.


-       Es un poco raro, pero le escribiré. Le gusta mucho Andalucía.


En este enlace puedes ver una interpretación más actual de esa obra: 


https://www.youtube.com/watch?v=sIvmYMXB7FQ



Pero sin ir tan lejos, nuestro grupo Construzzia ha interpretado la Romanza Andaluza en nuestra propia Casa de Córdoba y en otros escenarios más de una vez. ¿La recuerdas?


Sin perder tiempo, Cipriano empezó a dar clases de armonía, de piano, de canto y de cuanto hiciera falta con Eduardo Lucena. Se complementaban a la perfección dentro de sus diferencias de edades y de caracteres. El mayor, estaba casado, era más abierto. Se movía como pez en el agua por toda Andalucía, formaba grupos musicales, frecuentaba las veladas y las tertulias de la burguesía cordobesa. Allí se llevaba al nuevo maestro recién venido de Italia, y juntos interpretaban composiciones de uno y de otro.


-       Vamos con la Pavana. Ahora esta Habanera. Toca tú una de tus Mazurkas y yo voy improvisando sobre tu melodía. Mira este Pasacalles del carnaval de año 86, o este del 84.


-       A mí no me lleves por las calles tocando, que estoy yo pa’ achucharle a un piano. Ja, já.


El pianista se centraba más en sus clases. Las particulares y las de las academias que compartía con Eduardo Lucena y otros profesores. Había noches que se sentaba al piano con papel y lápiz después de leer algún poema romántico francés o italiano, y componía alguna pieza que después enseñaba a sus alumnos y alumnas de canto y de piano. En las tertulias acompañaba alguna vez a los cantantes para que se lucieran en los salones.


Una noche le pasó a una de sus alumnas una “Chanson” con letra de un poeta francés que ya habían estudiado en clase y que decía así: 


Quand on perd, par triste occurrence, son esperance et sa gaîté,

le remède au melancolique, c’est la musique et la beauté…

Más o menos: 

Cuando por un mal paso pierde uno su esperanza y su alegría

el remedio a la melancolía es la música y la belleza.

Más fuerza tiene un rostro hermoso que un hombre armado

y nada es mejor que escuchar una melodía suave y tierna 

a una mujer que amas.

Cuando le dio la partitura pasada a limpio con su número de catálogo Op. 16, la muchacha se puso roja como un tomate.



-       Pero maestro, ¿qué ha puesto usted en esta esquina? “A Mademoiselle E. Ariza”. ¿Se cree usted que no sé francés? ¡Esta soy yo!


Entonces fue el joven profesor el que no sabía dónde meterse; las teclas del piano se le volvieron todas negras, luego todas blancas como su cara. No daba ni una en su sitio, mientras ella cantaba con voz temblorosa, que se le quebró antes de la segunda estrofa. Los amigos y los tertulianos se preguntaban - ¿Qué pasa hoy aquí?


Lo fueron sabiendo poco después. Y lo celebraron unos años después, cuando en 1888, todos guapos y elegantes escucharon aquellos de:


-       Cipriano, ¿quieres a Elena por esposa? - ¡Sí la quiero!


Entretanto encontraron una casa bastante grande en el barrio de San Basilio. La arreglaron, haciendo hasta un pequeño auditorio. Aquí tendría que decir: “Se casaron y fueron felices; y colorín colorado…”


Felices sí, pero lo único que se acaba por hoy es este capítulo. En el próximo veremos cómo se iba llenando la casa de chiquillos, y él trabajaba a tope como siempre para alimentar aquellas bocas que formaban un coro de voces blancas que se escuchaba hasta los jardines del Alcázar.



Conoce a Cipriano Martínez Rücker (1861-1924)

Parte 4

Por Fernando Horcas


Es muy probable que en la Navidad volvieran a Córdoba, aunque don José Carlos se quedara pocos días por sus obligaciones en el teatro de Sevilla.


-       ¡Abuelos!


-       Chiquillo, qué alto te has puesto.


-       Qué ganas tenía de veros. Tengo un montón de cosas que contaros. Mirad lo que estoy componiendo.

Rápidamente se fue al piano, arrimó el taburete y dio unos acordes. Al momento empezó un ritmo alegre, como si jugara con las teclas y las melodías sobre un colchón de tres por cuatro ondulante.


- Señora, ¿me concede usted este vals?


- Ay, Manuel, qué tonto eres. 


Mientras, hace una reverencia cogiendo el delantal, y los dos ancianos evolucionan por la sala. Aplausos, besos y abrazos.


- Modulas muy bien y resuelves cada frase al repetirla antes de pasar a otro tema. Cuánto has aprendido.


- Tengo un gran maestro. 


- Déjame ver el cuadernillo. ¡Uy! Lo has escrito tan rápido como lo bailábamos. Tienes que cuidar la escritura, ¿Esto es un puntillo, una negra o un silencio?


- Ay, abuelo…


- Déjame ver tu cuaderno de redacción... Esta escritura sí que la tienes que mejorar.


- Ya estás gruñendo.


- Te voy a dar unas libretas de caligrafía inglesa, y en el verano tienes que practicar, hijo. Eso te ayudará también a que tus partituras queden elegantes y atractivas aún antes de tocarlas.


- Bueno, bueno, ahora me voy a ver a mis amigos.


Ratos como estos le hicieron pasar una Navidad feliz. En la misa del gallo tocó unos alegres villancicos; con sus amigos y amigas reían, cantaban y tocaban, comían dulces con alguna copa de anís de Rute. ¡Qué juventud tan loca!


- Antes de irte tienes que dejar escrita y firmada la solicitud a la Diputación para la beca que nos dijo el presidente. A ver qué letra haces.

En estas escenas y diálogos he mezclado fechas, me he inventado acontecimientos, aunque verosímiles. Perlo lo que no invento es el trabajo que el muchacho iba realizando. La página que te adjunto es la Coda de una Tanda de Valses de los que escribió con 14 años.


La pieza entera, sencilla, alegre y bien armonizada la puedes escuchar en este registro.


Padre e hijo seguían activos y alegres en Sevilla; aunque un poco solos, no lo dudes. Pero la vida les va a dar un nuevo giro a los dos. ¡Ah, el amor!


Doña Josefa Ravé era profesora de arpa en el conservatorio de Lisboa. Don José Carlos la conoció, quedó prendado, y al poco tiempo se casó con ella en segundas nupcias. Llevaba demasiados años viudo de Mª del Carmen Rücker.


Fue una entrega total. Padre e hijo dejaron Sevilla y se fueron a Portugal. Allí recibió Cipriano clases de armonía y contrapunto de Julio Neuparth. ¡Por fin en un conservatorio! ¡Qué nivel!


Julio Neuparth (1863-1919), profesor del Conservatorio de Lisboa



Se lo contaba a sus abuelos, a los que seguía escribiendo todas las semanas cada vez con mejor caligrafía.


Aparte de sus ejercicios de clase, entre sus muchas horas de práctica al piano, encontraba tiempo para poner música a otra zarzuela. Aquella experiencia con “Quítese usted la ropa”, que le estaba dando fama y algún dinerillo, lo animaba.


Esta segunda obra teatral era una opereta en un acto. Se llama “A Parentella”. La letra en portugués es de J. M. de Mattos Moreira. Ya no eran 4 sino 7 personajes.

Todos de la familia, como dice el título; más algún criado y coro. (Si te atreves con el idioma portugués, te puedo pasar todo el libreto, y de camino me lo traduces). De partituras no tenemos nada más que números sueltos. Alguno en reducción para canto y piano. Pero otros con la orquestación completa: con viento madera y metal, percusión, cuerda, voces.


¡La beca de la Diputación de Córdoba! La noticia le llegó en una época de máxima producción creativa. Trabajador fue siempre a tope. Lleno de alegría y generosidad - pim-pam, pim-pam – ¡que compuso otra zarzuela u opereta, en tres actos y 12 números musicales! Se la dedicó a la Diputación de Córdoba como agradecimiento a esa beca que le iba a permitir estudiar con los más grandes maestros. Agarró un sainete del valenciano Mariano Barranco, simpático como los anteriores, y a componer como una fiera. 

Se trata de un enredo de envidias entre una condesa, sus amigos y sus detractores, que basa su prestigio en el peinado (vaya hombre). El rey (pero de la corte francesa) tiene sus devaneos ahora con una, mañana con otra. No te lo voy a destripar. Ya tendrás ocasión de conocerla si tienes interés.


Te cuento la historia de “EL PELUQUERO DE LA CONDESA”. Tengo en mis manos un tocho de 240 páginas con una letra preciosa y un acompañamiento de piano, firmado en Oporto cuando el muchacho tenía 21 años. Antes ha pasado por las manos de doña Mª Feliciana Árgueda Carmona, que me ha aportado muchos de los datos y material del que estoy aportando en estos escritos. 


Por su volumen nadie se ha atrevido a hincarle el diente para publicarlo. Pero al principio del confinamiento dijimos ¡aquí estamos nosotros! (El amigo Rafa Gómez, la directiva del Centro Filarmónico de Córdoba y un servidor). Han sido muchas horas de trabajo y gestiones que, a mí al menos, me han mantenido tremendamente activo durante tan largo encierro. El resultado es un libro/partitura que en estos momentos está saliendo de la imprenta de la Diputación de Córdoba como correspondencia al gran músico, que llegó a fundar y dirigir el Conservatorio de Córdoba. Qué bonitos regalos, correspondencias de ida y vuelta, buena voluntad por todas partes a favor de la música y de la cultura cordobesa.


Esta obra no se ha representado nunca, aunque en Lisboa se ensayó una versión en portugués. Esto no me lo ha dicho nadie, pero me lo ha cantado la propia partitura con su manoseo y sus anotaciones a lápiz.


Pero esto no va a quedar así. En Córdoba están animados a representar la obra. Ya tienen hasta compañía. Te avisaré cuando sepa la fecha del estreno absoluto, posiblemente antes de que se cumplan 100 años del fallecimiento del músico.

Hasta mi nieta (más joven que el músico entonces) ha aportado la portada del libro. Déjame que presuma y te presente a los personajes:


Ahí tienes el pelucón en el centro, el rey, el peluquero (con sus cuernecillos, que dicen algo del argumento). Los puñales son de esos enemigos que obligan al peluquero a pasar por el aro. Y la parte de abajo, donde se lee el título, es la propia portada autógrafa de Cipriano Martínez Rücker. Mira cómo ha mejorado la caligrafía. Si ves el libro por dentro encontrarás una música clarísima y un texto de letra fina preciosa.


En el Centro Filarmónico solo tenemos dos o tres papeles de instrumentos sueltos (oboe, violín 1º). Pero me pregunto ¿dónde están las partituras completas?, aparte de que se hayan perdido muchas. ¿Las entregaría a la Diputación? ¿Qué han hecho allí con ellas? Algún día habrá que meterse en algún sótano con plumero y mascarilla a desempolvar tesoros.


Por hoy vamos a dejar a nuestro amigo, loco de contento camino de Italia a recibir clases de Franchini (discípulo del gran maestro del piano  Mercadante); también perfeccionaría la técnica pianística con el austrohúngaro (que luego terminaría en Jerez de la Frontera) Oscar de la Cinna.



Corría el año 1884. Cipriano tenía 22 años. Seguía siendo un trabajador incansable desde pequeño. Un pianista genial; pero no presumía de serlo, sino ¡me queda tanto por aprender! Este carácter tímido y alegre, soñador y laborioso, hacían de él un romántico que en Italia se iba a empapar de arte, hablando ese nuevo idioma tan dulce y musical. En la próxima entrega podemos ver alguna de sus composiciones de esa época. Cotillearemos entre los amigos que se iba echando, su guapísima novia…


Feliz mes de mayo.



Conoce a Cipriano Martínez Rücker (1861-1924)

Parte 3

Por Fernando Horcas


-       Cipriano, hijo mío, te estás haciendo un hombre, has terminado el curso con muy buenas notas, vales mucho… 


-       Gracias, papá.


-       Tocas muy bien el piano. Mejor que el abuelo y que yo, que te hemos enseñado. El abuelo Manuel es muy buen músico, igual que fue su padre, pero ya está viejo. Tú tienes unas cualidades excepcionales para tus 13 años. Y en esta Córdoba no hay mucho futuro para ti. He pensado que te vas a venir conmigo a Sevilla.


-       Como tú quieras.


-       Me gustaría que respiraras otros aires y conocieras a otros maestros. En Sevilla tengo buenos amigos músicos en torno al teatro de San Fernando, donde te he llevado alguna vez, y te pueden enseñar mucho más.


-       ¡Ay, papá! Si tuviéramos un conservatorio de música como el de Madrid en esta Córdoba que tanto quiero y donde he nacido. ¡Cuando sea mayor voy a fundar el CONSERVATORIO DE CÓRDOBA!


-       Muy bien, hijo. Ve empaquetando tus libros y tus partituras, y que la abuela te ayude a preparar tu ropa y todas tus cosas. Dentro de pocos días nos despediremos de tus queridos abuelos y emprenderás a mi lado una nueva vida.



-       Siento pena y alegría al mismo tiempo, papá. Me hace mucha ilusión lo que me propones, pero me da mucha pena separarme de los abuelos y de esta Córdoba tan bonita donde nací y donde dejo a todos mis amigos.

Algo así debió ser el diálogo entre José Carlos Martínez y su joven hijo Cipriano. Y así llegaron a Sevilla una tarde de verano de aquel 1875. La casa donde vivía el padre era alegre y espaciosa. La ciudad brillaba en los atardeceres junto al mismo Guadalquivir que venía de Córdoba. Antes de empezar el curso había que buscar colegio, donde conocería a nuevos amigos.


Pero antes todavía conoció a D. Silverio López Uría, director de la orquesta del teatro de su padre y de una banda militar y maestro compositor. Inmediatamente empezaron sus clases de armonía y composición.


¡Cómo disfrutaba el muchacho en el teatro cuando podía mezclarse con los músicos en los ensayos y en las representaciones de zarzuelas! Más de una vez acompañaría al piano con una soltura que impresionaba a público y artistas. Al chiquillo lo apreciaban todos en un ambiente muy cordial dentro del teatro San Fernando. Todas las semanas escribía a sus abuelos contándoles tantas novedades, lo que estaba aprendiendo y lo bien que se lo pasaba, aunque los echara de menos.


Las clases de armonía eran duras, pero poco a poco le iban dando una base muy sólida y unos conocimientos razonados de lo que ya venía interpretando al piano desde hacía años. ¿Y la composición? La estructura de los valses, polkas, mazurcas, redovas… pudiendo expresar en ellos tus sentimientos, tus alegrías en tono mayor, las nostalgias con escalas cromáticas descendentes y tono menor. Y hasta el humor aplicado a pequeños sainetes de letra simpática entre varios personajes con sus romanzas y sus diálogos en dúos, tríos, cuartetos, coros…


Cuando volvían a Córdoba de tiempo en tiempo interpretaba alguna de sus nuevas composiciones a sus abuelos. A la abuela se le caía la baba. El abuelo abría los ojos como platos. ¡Cómo ha progresado el nene! Les enseñaba sus cuadernos de clase, como este, con sus composiciones personales. 

He copiado una pieza de ese mismo cuaderno para ver si puedes escuchar cómo suena este vals (en su ingenuidad lo llama “Val”, al verlo breve y singular). Prueba pinchando aquí:



https://www.facebook.com/fernando.horcas/videos/3529806560464743

Un día apareció por el teatro sevillano el estrafalario Francisco Arderíus y se impresionó con las habilidades del muchacho Cipriano.


 Una tarde se juntaron el portugués Arderíus, su amigo el escritor sevillano José Mota y González, el muchacho de 14 años, su padre y su profesor de música delante de un gran papelón de fescaíto frito, y con alguna botella de fino. Entre todos lo animaron a que escribiera una zarzuela, a que se tomara en serio la música y su propia persona.


     Mira este juguete cómico – decía José Mota -. Es muy salao y tiene muy poquitos personajes.

-       “Quítese usted la ropa”, ja já. Pero esto está en prosa – le respondió Cipriano.

-       Eso se arregla ahora mismo. Te añado en verso media docena de números para que tú les pongas música.

-       Hombre, 6 números son muchos para mí: tres.

-       Anda, cuatro.

-       Bueno, vale.

-       ¡Brindemos todos por la Opus 1 de D. Cipriano Martínez Rücker! Ya lo estoy viendo en los carteles y en los escenarios detrás de las candilejas.


El chiquillo se reía y no terminaba de creérselo. Pero aquel portugués le prometió que la iba a estrenar, no solo en Sevilla, sino también en el Gran Teatro de Córdoba para que la vieran sus abuelos; y en el mismo Madrid, donde tenía mucha mano en los escenarios y él mismo dirigía entonces el Teatro del Príncipe Alfonso en el Paseo de Recoletos.


La cabeza le hervía llena de notas, como garbanzos en un puchero. (Foto-5 Firma.jpg) Poco después de Reyes firmaba la partitura para canto y piano pasada a limpio, después de terminar la obertura que puedes escuchar aquí (Quítese-1MID). Desde la mitad de ese audio tendría que oírse la voz del protagonista Rafael cantando esto: 



San Martín partió la capa / porque vio desnudo un pobre.

El santo que a mí me vea / me manda unos pantalones.

San Martín de mi alma, santo bendito,

mándame unos calzones que necesito.

Triste de mí / ¿Cuándo hará Dios que llegue un san Martín?

Tuvo Adán para traje / la hoja de parra.

Si esto dura más tiempo / tendré que usarla,

Pues por mi mal / hace mucho que estoy / siendo otro Adán.

¡Ay, san Martín! / Triste de mí.

(Recitado) San Martín, mándame unos pantalones aunque no estén en buen uso.           

(Cantado) Ay, san Martín.


¡Qué nervios y qué emoción en aquella noche sevillana, casi de primavera, del día de san José! Noche de estreno, después de un par de meses de orquestación y ensayos! El público aplaudió a Dª Rosa López y a los otros tres actores. Entre risas y aplausos llamaron al escenario a los autores. La gente saludaba a José Mota, que ya lo conocían. Pero muchos sevillanos decían:


-       ¿Qué hace ahí ese chiquillo? - ¿Ese quién es? - Ese es el compositor. – ¡No me digas! – Sí hombre, es el hijo del empresario. – Oye, pues es genial. ¿Qué edad tiene? – 15 años. - ¡¿Quince?!


Si la noche anterior no pudo dormir por los nervios, esta noche lloraba de emoción evocando a su madre y recordando a sus abuelos. ¡Qué ganas tenía de que la vieran también!


No pasó ni un mes. El 11 de abril se representó por primera vez en el Gran Teatro de Córdoba. Eso fue la apoteosis. Sus abuelos en el mejor palco, junto al alcalde y al presidente de la Diputación.


-       Señor presidente, ¿no cree usted que a mi nieto habría que echarle una mano para que estudiase con los mejores maestros de Europa?


-       Amigo don Manuel, en cuanto llegue el lunes a la Diputación voy a proponer que se le dé al niño una beca para que estudie dentro y fuera de España con los mejores maestros, ¡sí señor!


A los 4 meses, ¡Madrid! por varios teatros diferentes. Como todo en torno al "Quítese usted la ropa" es minúsculo y simpático, se acompañaba de alguna otra, como “Los Madriles”, a cuál más aplaudida. La de nuestro amigo se representaba en distintas ciudades (Coruña, Logroño, …) y durante muchas temporadas. La última referencia que tenemos en la prensa es del 11 de diciembre de 1921 en Coruña. ¡Pronto hará un siglo!


Es más. Animo a nuestro grupo de teatro Góngora para representar este “juguete cómico QUÍTESE USTED LA ROPA”. No se arrepentirán, y disfrutaremos de una simpática obra en prosa con unos números musicales realmente geniales, no muy difíciles para un buen pianista. Tengo el libro, he pasado a ordenador muy clarito la partitura. A pedir.



La próxima vez veremos otra simpática zarzuela, que está a punto de salir de la imprenta de la Diputación de Córdoba: “El Peluquero de la Condesa”.



Conoce a Cipriano Martínez Rücker (1861-1924)

Parte 2

Por Fernando Horcas


De nuevo nuestro querido socio Fernando Horcas nos trae la segunda parte del gran músico cordobés Cipriano Martínez Rüker. Que disfrutéis de su lectura y de la audición musical que nos propone.

Hola, amigos. ¿Cómo estáis? Se nos han pasado cuatro meses sin sentir. ¿Os han vacunado ya? Os deseo prontitud para que podamos vernos en poco tiempo en nuestra casa de Córdoba, lejana y sola.


Pero volvamos a nuestro Ciprianito con unos datos biográficos de su infancia. ¿Sabes cómo le pusieron de nombre? Cipriano, Manuel, Juan, Domingo de Silos; éste último en conmemoración del santoral del día. Y el primero porque su padrinos fueron D. Cipriano González y señora, Dª Catalina Aguirre. Ella, tía abuela del neófito, y su esposo una autoridad en la Academia de Bellas Artes de Cádiz. Aunque nació en esa casa que os dije de la calle que ahora lleva su nombre, pronto se trasladó a una casa enorme por la Judería. Cerca de ese albergue juvenil donde hemos estado algunos, aunque no seamos tan jóvenes. Allí vive con sus abuelos Manuel Rücker y Mª de los Dolores Aguirre y con su madre, Carmen Rücker.


Y ahora viene lo más triste. Que un día le da a ella una “tisis galopante”, y en pocos días muere la madre, cuando el niño apenas tenía un añito. El joven viudo, José Carlos Martínez Pujades, tuvo que tirar p’alante; y sus abuelos, como todos los abuelos, les echaron una buena mano. Había que criar a ese chiquillo, con su alegría, su educación, su formación y sus juguetes. Y hasta con un pajarillo: una cotorra con la que se pasaría horas tratando de enseñarle alguna palabra.


- Cotorrita, di “Cipriano”… Bueno, di “Cipri”, que es más fácil.


¿Le enseñaría alguna canción? Es que en esa familia había música y canciones por todas partes, se cantaba, se tocaba el piano, y el niño vivía en aquel ambiente como algo natural. Mira, su bisabuelo Enmanuel Rücker tiene composiciones dedicadas a la Reina Gobernadora. Su mismo padre, José Carlos Martínez, se formó en París. O sea que aquella familia gaditana afincada en Córdoba rezumaba música y arte por todas las ramas, tanto paterna como materna. Ahora el papá de Cipriano era empresario teatral en Sevilla. Cuántas veces haría aquel penoso viaje en la diligencia de Carmona la que por la vega pasas caminito de Sevilla con siete mulas castañas. Y estaría deseando de volver para subir al pequeño en sus rodillas y llevarle los deditos por las teclas blancas y negras del piano. Cuando el padre estaba fuera era el abuelo el que le daba sus clases.

El niño era un encanto. Se le daban bien los números, las letras y las notas. Era muy aplicado y listo. Hacía unos palotes perfectos con su pluma y su tintero, y después una escritura elegante y clara que daría paso a unas partituras que da gusto verlas. Y no te digo escucharlas. Pronto escucharemos alguna. Tan pronto como que un día se le murió su cotorra y le compuso una marcha fúnebre “La Cotorrita”. Seguro que sus amigos la llevarían al huerto en una caja de zapatos para enterrarla, mientras él tocaba al piano esa marcha fúnebre, que por desgracia no conservamos. Adiós, cotorra y adiós, composición de aquel niño de seis o siete años.


Como el padre estaba cada vez más liado con la dirección del Teatro San Fernando, y el chaval ya tenía 13 años, se asentaron los dos en Sevilla, y empezó a recibir clases de D. Silverio López Uría, que era el director de la orquesta del teatro de su padre. Un teatro donde se representaban muchas zarzuelas, como en todo el mundo en aquella segunda mitad del 1800 (ay… qué lejos ya estás de mí).


Para terminar, vamos a dar un salto en el tiempo, y después volveremos a su primera zarzuela.

En mi primer escrito dije que en nuestra casa se había interpretado una de las obras más conocidas de Cipriano Martínez Rücker. Fue el bolero Capricho Andaluz (Opus 27). ¿La recuerdas en aquel concierto de la Orquesta Ibérica? Ahora te propongo que escuches en YouTube una estupenda interpretación de la Orquesta de Plectro de Espiel. Puedes encontrar otras muchas, a piano, orquesta sinfónica, etc. Pero esta es con los mismos instrumentos que escuchamos en la casa de Córdoba, es de unos paisanos nuestros muy buenos e intercala fotos muy interesantes. Mira aquí: 

¿Te ha gustado? Habrás visto la foto emblemática del autor, la placa que hay en la fachada de su casa natal, la calle, el busto que hay en los Jardines de la Agricultura, y unas fotos muy bonitas de nuestra querida Córdoba, además de los buenos intérpretes con su director.


El próximo día hablaremos de esa zarzuela que he anunciado. Te adelanto la portada de una edición que he conseguido hace pocos meses. (Qué pillín el adolescente Cipriano. Quítese usted la ropa). Incluiré por lo menos la letra, y seguiremos con la vida y formación del que ya era hábil pianista, nuestro amigo Cipriano Martínez Rücker. 




Conoce a Cipriano Martínez Rücker (1861-1924)

Parte 1

Por Fernando Horcas

Amigos, socios de la casa de Córdoba: os deseo una especial Navidad. Más íntima y que sea feliz.


Al mismo tiempo, a través de la Vicepresidencia de cultura, queremos iniciar unas breves publicaciones periódicas en torno a la figura y la obra de un gran artista cordobés. Cada miércoles, o cuando la programación de la Web lo requiera, daremos algunos datos y te invitamos a que busques, investigues o recuerdes, hasta que te hagas una idea interesante de este gran personaje.


 Ahí va la primera entrega con la primera foto.


¿Lo conoces? A pesar de ese apellido tan alemán (porque antepasados suyos por parte de madre eran de Austria), te puedo decir que nació muy cerca de la Mezquita de Córdoba.


El domingo 20 de diciembre acaba de hacer 159 años de su nacimiento ¿Dónde? En esta casa que ahora es el restaurante “Los 5 Arcos”. 


En la imagen del google maps se ve el N4. La calle lleva su nombre ¿No encuentras algún paralelo con nuestro restaurante?


Un último dato por hoy: en nuestro salón de actos se ha interpretado no hace mucho una obra suya. Lo hizo un grupo amigo, que no es de nuestra casa. No lo veo por esta página remozada. Pero fue muy  bonito.


Hasta la próxima semana, amigos y socios. Insisto: Feliz Navidad.



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La Casa de Córdoba en confinamiento
Por Ana Ramos
Nuestra socia Ana Ramos nos manda, desde su ventana, cómo ve la Casa de Córdoba desde el confinamiento. Gracias por participar en esta sección.

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